Cuando los viajeros llegan a este mercado, las caras de asombro no tardan en aparecer. Decenas de puestos alineados ofrecen a las cámaras y al paladar de los más osados, multitud de brochetas «exóticas»: insectos, estrellas y caballitos de mar, reptiles, arácnidos… Se trata de un lugar bullicioso y sobre todo excepcionalmente llamativo para los visitantes occidentales poco acostumbrados a este tipo de experiencias gastronómicas. Aunque sólo sea para hacer fotografías, es uno de los lugares de la capital china que incluimos en algunos de nuestros circuitos, ya que difícilmente puede encontrarse otro lugar parecido en el mundo. Además, seguro que las fotografías que colguéis en Facebook o Instagram no dejarán indiferentes a vuestros amigos.
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