«La forma con que los jefes tratan a sus subordinados está sutilmente influida por las expectativas que tienen de ellos. Si éstas son elevadas, la productividad será muy probablemente excelente. Si son bajas, la productividad será probablemente baja. Parece existir una ley que hace que la actuación de un subordinado se eleve o decaiga en cuanto se enfrenta a las expectativas que su jefe tiene de él.» J. Sterling Livingston, de Harvard Business Review
Se me ocurren cientos de posibilidades para motivar a un empleado, pero pocas de ellas como la de dar responsabilidades a un empleado fuera de su zona de confort obligándole a viajar. Recuerdo cuando tenía pocos años de experiencia en mi anterior empresa y mi antiguo jefe me enviaba a negociar el cobro con algún cliente que se había retrasado en el pago y tenía algún descontrol en los almacenes. Para ello tenía que viajar, salir de mi zona de confort (entonces era contable) y negociar el cobro. La mayoría de las veces regresaba habiendo cobrado y conciliado el total del saldo pendiente de la cuenta. Sabía que tenía que realizar un trabajo especial para mi empresa y lo realizaba, el cliente me ponía cara pues sólo me conocía por teléfono y supongo que esto me ayudaba. Para mi era muy motivador el poder viajar, alojarme en grandes hoteles y poder pasar las facturas de dieta a mi empresa, hacían que me sintiera muy importante y hacia lo imposible por no desfraudarlos.
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